Diaz Cassou- Vicente Medina- La barraca
La barraca Anónimo, texto recogido por Díaz Cassou
Er rey tie varios palacios,
en Murcia hay ca ves más casas,
er Corregior la tié,
ca uno vive como arcanza;
y'ar fin y'a la prepartía
salimos con aquestas ansias;
que les ha dao po meterse
con er probe e la barraca.
Icen qu'es cosa der Rey
y'er Corregior lo manda,
qu'es causa e munchos vagos
qu'a Murcia vién e mindanga,
icen que lo hacen pa bien
y que les demos las jracias;
yo igo que tó está güeno
pero qu'ejen mi barraca.
La tengo bajo una higuera
junto a la cieca e Meana,
le cantan e día los pájaros
y po la noche las ranas;
es fresca si hace calor,
n'invierno es una manta:
y ni er palacio der Rey
vale más que mi barraca.
Pa más aorno n'alante
voy a plantar una parra,
en medio corgá d'un gancho
ha d'haber siempre una jarra,
tó er que pase y sed tenga
que puea echarse un trago d'agua;
quió icir si no l'erriban
la probe e mi barraca.
Mi paé hizo la vivienda n'er quijero e Meana,
po l'enza e tomar aquestaesta
o con mi maere e mi arma;
dos probes picatalones
qu'hicieron nío junto a l'agua,
er nío pa sus hijiquios
que jué mi probe barraca.
¡Qué güen tempo, qué regüeno!
cuando a la puerta jubaba;
¡que mal día er qu'a mi paerepiés p'alante lo sacaban!;
él muorto, mi maere muorta,
yo zagal, abora una charrasca,
¡cuantas cosas sin la llengua
m'está iciendo la barraca!
Er Rey tié varios palacios,
er Corregior tié casas,
a aquer que tié dineros
ande vivir no le farta,
yo tengo n'esa vivienda
to mi bien y toa mi arma;
¿qué le queará a aqueste enfelís
si l'erribais la barraca?
A la orillica del río
y mirándose en el agua,
está como satisfecha
y orgullosa mi barraca…
A mí me entra pena, á
veces,
y digo al considerarla:
¡Cerca está del que la
vida
lo mesmico dá, que
mata!...
Entre álamos y cañares
y limoneros y parras;
con las paeres de atobas,
abrigás con arcazabas,
y con el techo de sisca
y con las puertas de
caña,
agachá bajo una higuera
grande que töa la tapa
y acurrucá, ¡propiamente
páece un nío mi barraca!
La he revocäo de yeso
y está que la vista
encanta:
tó lo que tiene de
humilde
tiene de limpia y de
blanca,
y mi mujer ha hecho de
ella
una tacica de plata.
El cantarero reluce,
la cantarica tresmana
fresca y como un sol de
limpia,
que abre de beber las
ganas…
la espetera y la platera,
de emperegilás se saltan…
las sillas y la mesica,
sin polvo y sin una
mancha…
debajico del jarrero
sus macetas con alábegas…
¡y, como un altar de
fiesta,
en un laïco, la cama
con sus encajes de nieve
y su cobertor de
grana!...
Yo no envidio los
palacios
que en las ciudäes
levantan,
que en ellos, con ser tan
grandes,
el corazón se me aplana
y, en cambio, en mi
barraquica,
que es tan pequeña, se
ensancha…
Tomando el fresco en
verano
á la sombrica e la parra;
tomando el sol en
invierno
al amparo e la barraca,
con la conciencia
tranquila
¡qué á gusto las horas
pasan!...
Tan hermosa está la
huerta
que páece una moza maja,
y tan hermoso está el
cielo
que deja la huerta á
zaga…
A descasar del trabajo,
con el que mi pan se
gana,
que el pan que se come el
pobre
siempre con sudor se
amasa,
me siento junto á la
puerta,
y, cogiendo mi guitarra,
pienso que, pa mí, en el
mundo
tó se encierra en mi
barraca,
y de mi pecho, esta copla
como un suspiro se
arranca:
Cerca está del que la vida
lo mesmico dá, que mata…
¡Ay de mí, si crece el río
y se lleva mi barraca!
Vicente Medina
(Aires murcianos)
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