Mtnez Tornel - El rento
24/06/1908.-
EI rento José Martínez Tornel
El día de
San Juan ha sido de fiesta entera hasta que se hizo la reducción de los días en
que no se podía trabajar sin incurrir en pecado; pero a pesar de haber sido la
de San Juan una de las suprimidas, ya verán ustedes como se celebra. Ni las
costumbres ni las tradiciones se cortan por rescriptos. En Murcia, el día de
San Juan es una fecha solemne para los colonos y para los propietarios de su
huerta. Termina el año agrícola y hay que hacer efectiva la renta de la tierra,
que nosotros
llamamos “el rento”. El labrador que ha tenido buena seda ha podido guardar en
el arca un puñado de duros; y con ellos en el bolsillo viene hoy a la casa de
su amo, y:
-A la paz de Dios -d]ce- aquí estoy yo, D. Juan, D. pedro o
D. Ángel, que no he podido traer más que la mitad del rento porque ya sabe
usted a cómo nos han pagado este año el capillo[2]
pero antes de Ia Navidad, en cuanto venda el pimentón, traeré lo demás que falta.
-;Bueno, hombrel ¿Qué lo vamos a hacer? pero que no se te
olvide, como el año pasado.
-No, si no fue que me se olvidó; si es que ya recordará usted
que tuve un hespital en mi casa, que yo
estuve malo porque me se endeñó un deo de la mano derecha, y mi mujer
tuvo calenturas, y a la zagala le entró el aliacán[3],
y si no es porque se lo cortan, se muere la pobre.
-Sí, sí, ya lo recuerdo; y ya sabes tú que no te mandé ni una
mala razón, y cuando tú has podido has venido, y yo, si he tenido falta, me he
pasado con ella.
-Ya sé que el año pasao,
no pudo usted ir a Torrevieja a tomar los baños porque le flojearon los rentos;
pero qué carache! hoy por tí y mañana por mí. Así venimos ya siglos, yo con
usted, mi padre con el suyo, y mi agüelo
con su agüelo.
-Así venimos, así seguiremos y así continuarán tus hijos y
los míos, y mis nietos y los tuyos. Sí; esto no es ningún latifundio; este
contrato a perpetuidad que tenemos los propietarios los colonos de la huerta,
es el más equitativo que se da en el mundo, el que evita toda cuestión social,
el que realmente consagra, justifica y defiende nuestro derecho de propiedad,
porque hasta
el "dominio”,
lo compartimos con vosotros[4].
-Sí señor, sí señor; así es la verdad. Por eso en la huerta
no hacemos caso de los papeles que dicen que la tierra es nuestra, porque la
regamos con el sudor de nuestra frente. Nuestro es lo que produce nuestro
trabajo, y lo es por entero, porque el rento de cinco o de ocho duros que
pagamos por una tahúlla es insignificante comparado con lo que una tahúlla puede
producir. Como no sería nuestra la tierra, sería si la pudiéramos vender; digo,
me parece a mí, que muchísimos no encontrarían gran novedad en pasar de
propietario cultivador a mero colono.
-Tú estás en lo cierto. Si yo vendo la tierra, me quedo sin
ella para siempre; pero aun cuando
Se venda
cien veces, la posesión de ella en que tú estás, su goce, disfrute y cultivo no
te los puede quitar nadie, mientras tu abones tu pequeño canon, que se llama el
rento.
Seguramente hoy se darán diálogos semejantes entre colonos y
propietarios, porque San Juan Bautista viene a revalidar el pacto y la alianza
fraternal que hay entre Murcia y la huerta, entre el capital y el trabajo,
entre estos nobles patronos y estos honrados
obreros.
25/06/1915.- Rento y San Juan
Ayer hizo un
buen día de calor y se gozó de plena libertad para darle al día de San Juan el
carácter que se quiso. Unos lo hicieron día de fiesta y lo guardaron. Otros de
media fiesta, trabajando por la mañana u holgando por la tarde. Los que lo hicieron
día de trabajo fueron los menos.
La iglesia y
eI barrio de San Juan fueron muy visitados. Ayer la procesión por la tarde acudió
infinidad de personas y todos alabaron el buen gusto con que iban adornadas las
imágenes, también hubo gente para los cafés y para los cines, no menos que para
los tranvías.
Para los huertanos, trae San Juan una obligación sagrada, Ia
de pagar "el rento" de la tierra que cultivan que por regla general
todos cumplen.
Atrasándose en los años malos, como el presente, en el que no
ha tenido valor de los productos de la huerta más que 1os ajos cuyo cultivo no
es muy general. Todo lo demás, especialmente la hijuela y el capillo, han
tenido los precios más bajos que se han conocido en esta huerta. Esto es
notorio, y por lo tanto, los propietarios de las tierras se habrán hecho cargo,
y no habrán atosigado a los colonos, dejándolos en libertad para que cumplan
cuando puedan.
El buen colono, el que se hace cargo de 1o justo que es pagar
ei rento, si le resulta bien la cosecha del pimiento, paga con la renta de
este, que si tiene buen precio es bastante para que el arrendatario salga de trampas
y le quede para tirar algunos meses.
También era el día de San Juan el señalado para traer el
arrendatario al amo de la tierra eI agasajo de una cesta de brevas, de
albaricoques o de peretas. Esto va cayendo en desuso, pero donde se conservan
las paternales relaciones que mediaron siempre entre propietarios y colonos, subsiste
aún, no como un canon sino como un obsequio fino.
No quiero yo que llegue un día en que el contrato de
arrendamiento sea una obligación escueta entre una y otra parte; "yo te
doy mi tierra para ti y para tus hijos, y para tus nietos, y te doy mi
protección y mi ayuda y mi amparo; y me intereso por tu salud y por su bienestar
y el de los tuyos, y tú me correspondes con tu afecto y gratitud". Este es
el contrato tradicional tácito y sobreentendido, aunque no sea verbal ni
escrito.
El que yo
deseo que perdure entre la hombría de bien de los huertanos y la magnificencia
y bondad de los propietarios.
[1] Rento: Renta
o pago con que contribuye anualmente el labrador o el colono.
[2] Capillo:
eufemismo de capullo. Por elegancia, sobre todo ante mujeres o mayores se
empleaba capillo en lugar de capullo.
[3] Aliacán:
enfermedad similar a la depresión, en unos casos, en otros, vómitos y malestar
general, aunque sin fiebre. Se curaba al modo del mal de ojo.
[4] En
Murcia, a diferencia de Andalucía y otras regiones –en las que los obreros del
campo eran jornaleros- los huertanos tenían una relación con el propietario de
la tierra denominada rento, una especie de alquiler a perpetuidad y no excesivamente
riguroso. El rento permitía compartir los gastos en algunos casos y por tanto
los beneficios, y en caso de que fuese a modo de alquiler, no solía ser
asfixiante lo que permitía una cierta
paz social.
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